Pepe Collins

José Luis Collins Jones, más conocido como Pepe Collins, (Fernando Poo, Guinea Española, 12 de febrero de 1962) es un exjugador de baloncesto. Con 1.92 de estatura, su puesto natural en la cancha era el de alero. Destacando por su físico y calidad, Pepe Collins desarrolló su mejor baloncesto en el Espanyol y el Manresa en la Liga Endesa para posteriormente entrenar en Cataluña y dedicar su tiempo a enseñar a los más jóvenes. El poderoso alero nacido en Guinea Ecuatorial decidió regresar hace seis años a su país de origen para seguir transmitiendo su pasión y conocimientos por este deporte a los más pequeños. 

Nació durante la época colonial española y luego emigró a España, estudiando en el colegio La Salle Bonanova de la ciudad catalana de Barcelona.

Fue tras el mítico Chicho Sibilio el primer jugador de color español en una Liga y un baloncesto donde sólo los norteamericanos ponían hasta el momento los saltos y el espectáculo. Excelente defensor y con gran lectura del juego, Collins compitió en la élite en el Espanyol y el Manresa durante cinco temporadas.

Nacido en Guinea Ecuatorial aterrizó de muy niño en Barcelona y en el mítico equipo de La Salle Bonanova. Un grupo de jóvenes estudiantes que convirtieron un gran sueño en realidad al lograr el ascenso a la élite sólo con jugadores del colegio. “Lo de La Salle fue un auténtico milagro. Nos marcó como personas y jugadores. Es algo que hoy en día es impensable que pueda ocurrir”, recuerda Collins, que desde el histórico y céntrico Bar Zurich de Barcelona se toma su tiempo para reflexionar sobre el pasado y el futuro. Él fue uno de los buques insignias de aquella hazaña, que obviamente les valió a la mayoría hacer carrera en la ACB. Fue en el Espanyol durante cuatro temporadas, desde el 84 al 88, cuando Pepe Collins desarrolló al máximo todo su arsenal en un gran conjunto. Collins fue protagonista de la portada del número 2 de Gigantes, ahora hace 30 años, que homenajeaba su figura y aquel notable grupo. “Fue una entrevista que me hicieron cuando jugaba en el Espanyol. Estaba Mike Phillips, Albert Illa, Herminio San Epifanio… La verdad es que estaba haciendo un buen año. Fuimos al parque de Sants en una barca. El que me hizo la entrevista se lo curró mucho (risas)… Estuvo muy bien. Fue la buena época del Espanyol y había un llenazo en cada partido en el Palaud’Esports. Éramos noticia porque éramos un poco la alternativa. Fue mi mejor momento como profesional”, asegura.

“A nivel personal y como nací allí tenía ganas de ir algún año, también como vivencia personal. Hay parte de mi familia que volvió y ya está allí. Me fui cuando empezaba la crisis y mi idea era hacer el mismo proyecto en España y en Guinea, pero allí para que algo funcione hay que quedarse al pie del cañón y la verdad es que actualmente hay más oportunidades. Estoy a gusto. Al contrario de lo que la gente cree Guinea se está modernizando, con infraestructuras, calles, edificios… No se vive mal y no me arrepiento de haber vuelto”, añade el ex jugador, que no esconde las dificultades obvias con las que tiene que convivir en el día a día en su país de origen: “La situación a veces es precaria sobre todo porque cuesta que haya continuidad, aunque cada año aumentamos el número de equipos federados. Todo es muy amateur. Cada trimestre hago un curso de formación de monitores y el año pasado llevamos a cabo el primer Campus. Además ahora tenemos un pabellón bastante moderno y cómodo. Pequeño, pero ubicado en un complejo deportivo y con un hotel. Me gustaría en un futuro poder contar con la colaboración a nivel de gestión y formación de la Federación Española. De hecho ya hemos tenido algún contacto”.

Embarcado y concentrado al cien por cien en este atrevido y ambicioso proyecto, Collins no se pone plazos. Su futuro está totalmente abierto, algo que por otra parte ha marcado siempre su existencia. “Lógicamente echo de menos España y no sé hasta cuándo estaré. En un futuro me gustaría volver a hacer cosas ligadas con el baloncesto en España”, afirma. En cualquier caso, su etapa como jugador profesional queda ya muy lejos incluso en el recuerdo. “Echo de menos a mis ex compañeros de equipo, que son mis amigos. Pero no el entrenar cada día en un equipo profesional. Ahora estoy más centrado y me gusta más la parte formativa”, asegura el ex TDK Manresa. “Veo algún partido de Euroliga en un canal de aquí, pero la verdad es que llega muy poco. No sigo tanto la Liga ACB como antes. Eso sí, no me pierdo un partido del Barça de fútbol. Allí nadie se lo pierde y eso sí que llega por la televisión”, dice el director técnico de la Federación de su país. Una patria a la que ha vuelto para seguir creciendo y haciendo crecer a los que le rodean. Un lujo para la tierra que le vio nacer. Y un hasta luego para las pistas y ciudades españolas que gozaron con un jugador diferente. En todos los sentidos.

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