En castellano medieval se llamaba ladino (es decir, ‘latino’) a un musulmán o un judío que hablaba la lengua de los cristianos (que era una lengua derivada del latín). Por eso ladinar era ‘traducir al castellano (o a otra lengua románica) un texto que originalmente estaba en una lengua semítica (por ejemplo, en árabe o en hebreo)’.
Así que, en principio, ladino se aplicó a la lengua de las traducciones del hebreo (por ejemplo, se habla de ladinamientos bíblicos o biblias ladinadas para referirse a las traducciones literales de la Biblia del hebreo a una lengua romance).
Por extensión, ladino pasó a significar ‘lengua de la traducción’, o simplemente ‘expresión o palabra en lengua romance’. En algunas comunidades sefardíes se utilizó ladino para referirse a la lengua sefardí en su conjunto.
El término ladino ha adquirido en época reciente una especial difusión porque es el que se ha adoptado en Israel para referirse a la lengua de los sefardíes. Por eso actualmente en muchos ámbitos (y, sobre todo, en Estados Unidos y en Israel) se usa ladino para referirse a la lengua de los sefardíes, especialmente la de los del Mediterráneo Oriental.