Con Gibraltar otra vez en el eterno debate: ¿Son comparables el caso de Gibraltar con Ceuta y Melilla? ¿Está justificado que Mohamed VI, rey de Marruecos, exija las ciudades españoles norteafricanas como propias? ¿El artículo X del Tratado de Utrecht que fija el devenir del Peñón en manos británicas les concede la soberanía del mismo?
.. El estado presente de la cuestión puede resumirse fácilmente. A un lado está un país europeo que, en virtud de un añejo Tratado de 1713, posee una colonia en el territorio de otro, también europeo y aliado suyo…
El 21 de mayo de 1706 un despacho real ordenó que se reuniese por primera vez el Cabildo de la que en adelante sería conocida como «la ciudad de San Roque donde reside la de Gibraltar, la del Gibraltar expulsado y humillado, fiel a los Borbones». Con ella nació también el Campo de Gibraltar, una comarca gaditana singular que, a pesar del lastre que le supone albergar la última colonia de Europa, se ha convertido en la segunda mitad del siglo XX en una de las más cargadas de futuro de toda España.
En agosto de 1704 se produjo el éxodo de la población gibraltareña afín a los Borbones, en el marco de la Guerra por una sucesión dinástica en el trono de España, hacia la ermita de San Roque, tras capitular ante el Príncipe de Hesse y ser inesperadamente puesta la plaza bajo la soberanía de la Reina Ana de Inglaterra por el almirante Rooke. Un mes después, las tropas del marqués de Villadarias comenzaron el primer sitio para reconquistarla. A éste, que se levantó en abril de 1705, le siguieron dos más: uno en 1727 y otro, que se conoció como el Gran Sitio, en 1779-1783. Cuando en este último año se suspendieron definitivamente las hostilidades, los ingleses ya incumplieron lo firmado en el Tratado de Utrecht en 1713 y violaron la zona neutral.
Así concluyó la fase militar de la recuperación. Sin éxito, pero con mínimas pérdidas de territorio. Desde entonces hasta nuestros días se han efectuado múltiples concesiones y retrocesos. Bien es verdad que al mismo tiempo se ha consolidado el Campo de Gibraltar, donde cuatro de sus municipios fueron creados después de la pérdida de la Roca.
La batalla diplomática tuvo como escenario la Sede de las Naciones Unidas en Nueva York, la dirigió el ministro Castiella y en ella participaron sanroqueños ilustres, encabezados por el alcalde Pedro Hidalgo. Eventualmente, la Asamblea General reconoció nuestro derecho a una descolonización con reintegración de Gibraltar a España y no mediante el ejercicio del derecho de autodeterminación, como quería Gran Bretaña. En la primera reunión, destinada a cumplir la Resolución adoptada, los británicos aprovecharon la oportunidad para declarar, su soberanía sobre parte del istmo y no reclamaron nada más gracias a que ellos mismos habían levantado en 1908 la verja que separa Gibraltar de La Línea de la Concepción.
El estado presente de la cuestión puede resumirse fácilmente. A un lado está un país europeo que, en virtud de un añejo Tratado de 1713, posee una colonia en el territorio de otro, también europeo y aliado suyo, que lo reivindica ininterrumpidamente desde esa fecha y que ha visto renovadas sus legítimas aspiraciones de retrocesión por una Resolución de la Asamblea General de Naciones Unidas y se ha comprometido a respetar los intereses de la población gibraltareña, pero que su parte, dejó a su suerte la población del Sáhara Occidental, y pueblo saharaui, según la última jurisprudencia del Tribunal Supremo, saharauis, bajo dominio español en su época, pero no reconocidos como tales. Todo es un anacronismo, y quien crea dar una respuesta interesada a la cuestión de Gibraltar, y olvidarse del Sáhara Occidental, entregándolo a Marruecos, no hace más, que engañarse sobre lo que en realidad es este país, España
Si echamos una mirada atrás podremos contemplar las diferencias más que sustanciales entre las ciudades autónomas de Ceuta y Melilla con la colonia británica de Gibraltar
En el caso de las ciudades autónomas, Ceuta posee más de 420 años de historia española más otros 84 años anteriores de soberanía portuguesa, mientras que Melilla cuenta con más de 500 años de españolidad. Marruecos, en cambio, se independizó de Francia en 1956.
Pero como el propio Derecho Internacional fija, la mera ocupación no es motivo de adquisición de la soberanía; es por ello por lo que el análisis de la historia es clave para poder ver si una determinada plaza ha seguido a lo largo del tiempo los pasos del resto de su patria
Históricamente, en el caso de Ceuta y Melilla la unión con la Península fue tal que, incluso durante la época del Al-Ándalus, las ciudades autónomas norteafricanas permanecieron bajo jurisdicción peninsular, principalmente ligadas al califato de Córdoba. Aún con la caída de los almohades y el triunfo de la Reconquista, Ceuta y Melilla no cesaron de tener un destino diferente que el resto de regiones limítrofes del norte de África.
Ceuta fue conquistada por Portugal en 1415 al pequeño reino bereber de los Mérinides, ya presentes en la zona de Ronda y Granada durante el Al- Ándalus. Melilla, por su parte, permaneció hasta la conquista castellana en 1497 en tierra de nadie, defendiéndose de continuas razzias por parte de los Reino de Fez y Tremecen. Es decir, ambas ciudades o estuvieron unidas al resto de la Península o bien permanecieron bajo el yugo de pequeños reinos independientes.
¿Por qué al Peñón de Gibraltar le llamamos colonia y a Ceuta y a Melilla se las considera ciudades autónomas? A diferencia de las ciudades españolas norteafricanas, Gibraltar fue registrada por la ONU en 1946 como «territorio no autónomo». Ya en 1963, en plena década de descolonización por parte de las potencias europeas, Gibraltar es incluida en la lista de territorios a descolonizar por Naciones Unidas. Se detalla que Gibraltar destruye la unidad nacional y la integridad territorial de España siendo incompatibles con las Resoluciones de la ONU acordadas sobre el tema (Resolución 1.514, párrafo sexto, de 1960).
Por su parte tanto Ceuta y Melilla, como el Peñón de Vélez de la Gomera, siempre estuvieron organizadas fuera del protectorado español de Marruecos, es por ello por lo que estos enclaves nunca fueron consideradas colonias siendo de soberanía española tanto como cualquier otro territorio español peninsular.